San Pedro, sábado 27 de abril de 2024
13 °C
Intervalos nubosos Cielos cubiertos con lluvias débiles
13 °C
Intervalos nubosos Cielos cubiertos con lluvias débiles

El accidente que cambió la historia del TC

A 30 años del fallecimiento del Pato Morresi

A 30 años del fallecimiento del Pato Morresi

Su fatalidad fue la estocada final para las carreras en ruta. La historia del ídolo que no fue campeón, ganó ocho carreras, pero es uno de los máximos referentes de Chevrolet. El recuerdo de su preparador, de su hija y de Virginia Elizalde, con quien ganó en Buenos Aires.
San Pedro Informa
miércoles 27 de mar.
A 30 años del fallecimiento del Pato Morresi

Aquel domingo 27 de marzo de 1994 en el circuito semipermanente de La Plata, el Turismo Carretera aún estaba conmocionado por el trágico accidente de Roberto José Mouras, el 22 de noviembre de 1992 en Lobos. En menos de un año y medio, el automovilismo argentino, y en especial los hinchas de Chevrolet, volvieron a sufrir la pérdida de otro de sus grandes ídolos: Osvaldo “Pato” Morresi. Fue un personaje entrañable que pese a no haber sido campeón sigue siendo querido por todas las marcas y su choque fatal fue la partida de defunción para las carreras en ruta.

“Elegí el TC porque sin dudas es la categoría más popular y la que se adapta a mi manera de poder hacer automovilismo”, contó allá por 1984, cuando llegó al TC a bordo de un Chevrolet. Sus inicios fueron de la mano del equipo Supertap de Eduardo Nicieza.

“El Pato era muy rápido y siempre supo meterse en la pelea de los últimos campeonatos, pese a que en ese momento la mayoría de los candidatos eran pilotos de Ford. Tenía un estilo vehemente arriba del coche”, le cuenta Jorge Pedersoli, su último preparador.

“Fue el piloto más divertido con el que trabajé y estaba todo el tiempo con una sonrisa, tirando chistes y haciendo bromas. Era pura alegría. Los viernes a la noche era una fiesta, ya que él hacía el asado y compartíamos una cervecita en la casilla rodante”, recuerda Pedersoli. “Era todo lo opuesto a Mouras, que era introvertido y eso que para mí Roberto fue el hijo que me dio el automovilismo”, subraya.

Esa simpatía sumada a su carisma y buena relación con el público lo hicieron uno de los pilotos más queridos. Pero el lazo popular se acrecentó debido a su lealtad con Chevrolet en una década del ochenta en la que Dodge ganó siete títulos. Eso le valió el respeto de las otras hinchadas ya que, en el TC, ser fiel a marca pese a los resultados, en su folclore vale tanto –o más- que un título. Por eso Morresi sigue siendo tan grande.

Consolidado como uno de los referentes más fuertes del TC, el 20 de mayo de 1990 venció en Buenos Aires luego de una épica lucha con el Pincho Castellano. “Siempre soñé con ganar así”, confesó el Pato luego de imponerse al entonces tricampeón que corrió con Ford y darle así una gran alegría a los del Chivo tras ganarle a su clásico rival y ante una multitud en el Coliseo del automovilismo argentino.

“No nací para correr especulando, ni pensando en un título... Me gusta correr para ganar y por eso voy siempre al frente. A veces sale bien y otras...”, reveló sobre su estilo, que, no obstante, le permitió repetir tres victorias en 1991, el 17 de marzo y el 7 de julio en La Plata; y el 22 septiembre, en la única carrera hecha en el semipermanente Zárate-Campana. Más tarde, el 19 de abril de 1992, se impuso en la última competencia que el TC corrió en el Autódromo de Allen.

A principios de 1993 integró la Misión Argentina, que con ocho pilotos y dos Oldsmobile corrió las 24 Horas de Daytona. El Pato terminó 27º. Una vez de vuelta en la Argentina, antes de la tercera fecha del TC, buscó un cambio y se decidió separarse de Omar Wilke en la preparación y se acercó a Pedersoli, quien se había alejado de la actividad abatido por la muerte de Mouras.

Por aquella época, Virginia Elizalde integraba el staff del programa televisivo 360 que iba por Canal 13. Ella era la propia protagonista de sus notas, ya que practicaba deportes extremos. Le propusieron subirse a un auto de carrera para ser acompañante en el TC. Pese a algunas dudas iniciales, fue el talismán del Pato Morresi en esa victoria en Buenos Aires del ‘93.

“Estaba en 360 y todo lo que hacía eran deportes extremos. Viajábamos un montón y cada vez que había algo nuevo para hacer acá nos preguntaban si nos animábamos a hacerlo. Entonces surgió la idea de que 360 estuviera presente en un auto de TC y lo contactaron al Pato para que yo fuera copiloto. Cuando me dijeron me dio un poco de miedo y mis hijas eran muy chiquitas en ese momento y dije ‘no, ¡a ver si todavía se quedan sin mamá!’ Le pregunté a mi hermano, que es fanático de los autos y le dije ‘me ofrecieron esto, ¿es peligroso?’ Y me dijo ‘si vos no lo aceptás lo acepto yo’ (risas). Ahí medio que me convenció. Fui a las prácticas y en la primera casi me morí. Sentí miedo y creí que nos matábamos en todas las curvas. Me gustan los autos y la velocidad, pero una cosa es manejar y otra es ir al lado y no sabés cómo va a reaccionar el piloto”, le relata Virginia a Infobae.

“El Pato era muy rápido y siempre supo meterse en la pelea de los últimos campeonatos, pese a que en ese momento la mayoría de los candidatos eran pilotos de Ford. Tenía un estilo vehemente arriba del coche”, le cuenta Jorge Pedersoli, su último preparador, a Infobae. El histórico motorista de San Martín le alistó los fierros a distintos campeones con Chevrolet, desde Carlos Alberto Pairetti (1968) a Francisco Espinoza (1979/1980) y también junto con Omar Wilke fueron los artífices de los Dodge campeones con Roberto José Mouras (1983 a 1985).


Ese estilo velocista muchas veces le jugó una la mala pasada al sampedrino, que tuvo su desquite victorioso recién el 4 de mayo de 1986 en Tandil, en una carrera en la que supo cuidar su auto en la serie para tener más chances en la final, donde fue más rápido y dejó atrás a Oscar Castellano (Dodge) y Emilio Satriano (Chevrolet). Se alzó con la primera de sus ocho victorias en 153 carreras en el TC. Aunque en el último Gran Premio de TC corrido en diciembre de aquel año en La Pampa, un pájaro se le metió en aquellas altas tomas dinámicas y no pudo festejar. “Perdoná Emilio, por no darte la victoria que vos y tu equipo merecían”, le dijo con lágrimas al Obispo de Chivilcoy, cuyo equipo en ese momento le atendió el auto al Pato.


“Fue el piloto más divertido con el que trabajé y estaba todo el tiempo con una sonrisa, tirando chistes y haciendo bromas. Era pura alegría. Los viernes a la noche era una fiesta, ya que él hacía el asado y compartíamos una cervecita en la casilla rodante”, recuerda Pedersoli. “Era todo lo opuesto a Mouras, que era introvertido y eso que para mí Roberto fue el hijo que me dio el automovilismo”, subraya.


Esa simpatía sumada a su carisma y buena relación con el público lo hicieron uno de los pilotos más queridos. Pero el lazo popular se acrecentó debido a su lealtad con Chevrolet en una década del ochenta en la que Dodge ganó siete títulos. Eso le valió el respeto de las otras hinchadas ya que, en el TC, ser fiel a marca pese a los resultados, en su folclore vale tanto –o más- que un título. Por eso Morresi sigue siendo tan grande.


Triunfo del Pato Morresi en Buenos Aires 1990 luego de una épica lucha contra el Pincho Castellano (Video: Joaquín Carrizo)

Consolidado como uno de los referentes más fuertes del TC, el 20 de mayo de 1990 venció en Buenos Aires luego de una épica lucha con el Pincho Castellano. “Siempre soñé con ganar así”, confesó el Pato luego de imponerse al entonces tricampeón que corrió con Ford y darle así una gran alegría a los del Chivo tras ganarle a su clásico rival y ante una multitud en el Coliseo del automovilismo argentino.


“No nací para correr especulando, ni pensando en un título... Me gusta correr para ganar y por eso voy siempre al frente. A veces sale bien y otras...”, reveló sobre su estilo, que, no obstante, le permitió repetir tres victorias en 1991, el 17 de marzo y el 7 de julio en La Plata; y el 22 septiembre, en la única carrera hecha en el semipermanente Zárate-Campana. Más tarde, el 19 de abril de 1992, se impuso en la última competencia que el TC corrió en el Autódromo de Allen.


A principios de 1993 integró la Misión Argentina, que con ocho pilotos y dos Oldsmobile corrió las 24 Horas de Daytona. El Pato terminó 27º. Una vez de vuelta en la Argentina, antes de la tercera fecha del TC, buscó un cambio y se decidió separarse de Omar Wilke en la preparación y se acercó a Pedersoli, quien se había alejado de la actividad abatido por la muerte de Mouras.


“A él le preparaba el auto Omar Wilke y en 1993, antes de la carrera en el Autódromo de Buenos Aires, me vino a ver porque quería que le hiciera los motores. Yo al principio no quise saber nada porque después de lo de Mouras no quería volver a enamorarme de un piloto ni hacer un auto más. Pero después de cuatro o cinco meses del fallecimiento de Mouras yo estaba muy complicado en lo económico y hablé con mis empleados, les informé el panorama para que cada uno pudiese buscarse otra cosa. Pero ellos me dijeron ‘eso es problema suyo’ y quisieron quedarse. Tuve que aceptar el pedido del Pato, que estaba haciendo un auto nuevo que se lo había empezado a construir Jorge Pernigotte”, recuerda Pedersoli.


“En 15 días armamos el diferencial, el tren delantero, alistamos el motor. Trabajamos día y noche”, destaca. Su sociedad empezó con el pie derecho ya que en esa primera carrera juntos ganaron el 18 de abril en Buenos Aires y con una invitada muy especial...

“Pensé que moría arriba auto”.

Por aquella época, Virginia Elizalde integraba el staff del programa televisivo 360 que iba por Canal 13. Ella era la propia protagonista de sus notas, ya que practicaba deportes extremos. Le propusieron subirse a un auto de carrera para ser acompañante en el TC. Pese a algunas dudas iniciales, fue el talismán del Pato Morresi en esa victoria en Buenos Aires del ‘93.


“Estaba en 360 y todo lo que hacía eran deportes extremos. Viajábamos un montón y cada vez que había algo nuevo para hacer acá nos preguntaban si nos animábamos a hacerlo. Entonces surgió la idea de que 360 estuviera presente en un auto de TC y lo contactaron al Pato para que yo fuera copiloto. Cuando me dijeron me dio un poco de miedo y mis hijas eran muy chiquitas en ese momento y dije ‘no, ¡a ver si todavía se quedan sin mamá!’ Le pregunté a mi hermano, que es fanático de los autos y le dije ‘me ofrecieron esto, ¿es peligroso?’ Y me dijo ‘si vos no lo aceptás lo acepto yo’ (risas). Ahí medio que me convenció. Fui a las prácticas y en la primera casi me morí. Sentí miedo y creí que nos matábamos en todas las curvas. Me gustan los autos y la velocidad, pero una cosa es manejar y otra es ir al lado y no sabés cómo va a reaccionar el piloto”, le relata Virginia a Infobae.



“Recuerdo que en la segunda curva doblan casi en el agua, esa que va cerca del lago, pensé que terminábamos adentro del agua. La primera vuelta fue tremenda para mí. Encima no me había ajustado bien los cinturones y me movía para todos lados y me agarró un mareo tremendo. Bajé del auto corriendo al baño. Después en la otra salida a pista me ajustaron bien los cinturones y ahí cambió todo y me empezó a gustar”, añade la ex modelo.


“El Pato, un divino total y también su acompañante (Jorge Marceca). Fue toda una experiencia nueva ya que nunca había estado en una carrera y me encantó. Yo no sabía que el TC era tan popular y estaba con mis hijas que eran tan chiquitas y recuerdo que crucé con ellas frente a una tribuna y me empezaron a insultaron y dije ‘¿por qué me insultan?’ Y una de mis nenas me dijo ‘es la tribuna de Ford’. Ahí entendí la pica enorme que hay entre Ford y Chevrolet”, destaca.


La tragedia

En el mediodía del domingo 27 de marzo de 1994, Morresi largó adelante la final en el circuito semipermanente de La Plata. Se encaminaba a un triunfo necesario para darle pelea a la manada de Ford liderada por el entonces campeón, Walter Hernández, Jhonny DeBenedictis y Eduardo “Lalo” Ramos, entre otros. Pero en una recta el Pato pisó una mancha de aceite, su cupé Chevy perdió adherencia y salió despedido contra un talud. El impacto en la montaña de tierra fue letal para él y su acompañante, Jorge Marceca. La carrera se paró con bandera roja. Los trasladaron al Hospital General San Martín de La Plata y fallecieron. Fueron considerados ganadores post mortem, como ocurrió con Roberto Mouras y su acompañante Amadeo González.


Sobre el choque fatal, Pedersoli sentencia que “nunca estuve en contra de correr en la ruta. El problema fue la incapacidad y negligencia de la gente. Dejaron un talud de tierra de un año para el otro sin tocar. La tierra con el agua se juntó y eso es como si fuese un muro de concreto. Encima no había gomas para amortiguar el golpe”.


El preparador asevera sobre el deceso de Morresi que “su muerte fue instantánea, lo que pasa es que la ACTC (Asociación Corredores Turismo Carretera) debía decir que fue en el hospital”. Recuerda que “cuando me enteré de la muerte del Pato casi me desmayé. No podía creer que en tan poco tiempo otra vez se me moría un piloto. Yo perdí dos pilotos y dos copilotos (por Mouras-González y Morresi-Marceca).


Al igual que tras la muerte de Mouras, el silencio atroz invadió el circuito rutero más allá de la presencia de una multitud. “Algo que recuerdo como si fuera hoy es el silencio que se hizo. Cuando los motores se apagaron y el silencio invadía la ruta por un accidente había una sensación a que algo grave había pasado. Ves la cara de la gente y te preocupa más. Hoy vas a Lobos, al lugar donde se mató Mouras, y todavía se debe sentir ese silencio”, revela.


“Extraño abrazarlo y escuchar su voz”

Paula Morresi y un seguidor de su padre en el museo de San Pedro que honra la memoria del Pato (Facebook Paula Morresi)

Paula Morresi y un seguidor de su padre en el museo de San Pedro que honra la memoria del Pato (Facebook Paula Morresi)

Paula Morresi, hija del Pato, también habló con este medio y recordó a su padre. “Mi papá era una persona muy alegre y divertido, recuerdo que yo siempre lo esperaba llegar a casa y cuando lo escuchaba ni bien ponía la llave en la puerta yo corría a darle un abrazo”, comenta.


“Si, es verdad que era muy divertido. Le gustaba cantar, cuando llegaba a mi casa siempre venia cantando. Una anécdota que me quedo muy grabada es que a él le gustaba llevar siempre dentro de su maletín de trabajo fotos mías y de mi hermano para mostrarles a la gente que no nos conocía, y en julio del ‘91 a mi me tuvieron que operar para cambiarme una válvula que tengo en el cerebro porque nací con hidrocefalia y me cortaron todo el pelo. Al año siguiente en enero del ‘92, viajamos con unos amigos a Estados Unidos a conocer Disney y yo tenia que sacarme la foto para el pasaporte sino no podía viajar y mi gran trauma era que tenia el pelo corto, pero no me quedaba otra que sacarme la foto. Entonces él se habia guardado las que sobraron y yo no queria que tuviera esas fotos y él me decia que no iba a mostrárselas a nadie y yo le dije ‘las rompés vos o las rompo yo’, y aunque no estuvo muy de acuerdo yo se las hice romper adelante mío”, afirma.


Además, revela que “lo que mas extraño es poder abrazarlo y escuchar su voz”. Si bien iba a verlo a las carreras, confiesa sobre el semipermanente donde se mató su padre que “cada vez que le tocaba correr en La Plata, ni yo puedo explicar porque no era que yo presintiera algo ni nada de eso, pero decía que no me gustaba ir y nunca había ido”.


Por último, admite que la ACTC nunca se puso en contacto con ella. “No, a mi nunca me llamaron y aunque me llamaran para invitarme a alguna carrera no iría”. Y explica que es “porque el automovilismo no me interesa, no miro carreras, la poca información que sé es por lo que veo que la gente publica en Facebook. Yo antes a las carreras las seguía e iba porque me gustaba acompañar a mi papá en lo que a él lo apasionaba, pero siempre digo que si él no se hubiera dedicado nunca a ese deporte jamás me hubiera sentado adelante de un televisor a ver una carrera”.


Osvaldo Morresi es hoy uno de los máximos ídolos del TC pese a no ser campeón y ganar menos de diez carreras. ¿Cómo se explica? Es que siempre corrió para ganar una carrera, no para ser campeón. Su actitud de ir a fondo cautivó a sus seguidores, pero nunca se encandiló por las luces de la fama. Además, se hizo querer en la gente y ganó el respeto de todas las hinchadas. Se cumplen 30 años del último vuelo del Pato, el ídolo que ganó hasta el día de su muerte.


INFOBAE


Comparti esta nota

Comparti esta nota

Registro DNDA en trámite
Propietario y Director: Roberto Eduardo Dlapa
Facundo Quiroga 80
San Pedro (2930), Buenos Aires
grupogen@gmail.com
27/04/2024 / N° de Edición:20240427

Copyright (c) 2024 San Pedro Informa. Todos los derechos reservados.