Este domingo 16 de noviembre se produjo el fallecimiento del reconocido artista Fernando García Curten. Tenía 86 años y era reconocido a nivel mundial por sus obras elaboradas con un estilo propio y a la vez único.
Sus trabajos recorrieron los principales museos de Europa y América hasta que un día tomó la decisión de crear su propio espacio cultural, la Casa Museo García Curten. Allí expuso las obras hasta que quiso, fiel a su estilo, al modo de vida, reconocido y respetado.
EL GENIAL ARTISTA ARGENTINO
Por Diego Bagnera
Es uno de los grandes maestros del arte del desecho del siglo XX y, sin duda, el gran olvidado de las artes plásticas americanas. Rebelde y radical, ajeno a las modas y a toda corriente estética, Fernando García Curten –86 años, argentino-español, hijo y nieto de asturianos– no participa en certámenes, no va a inauguraciones y, con excepción de una amplia muestra de sus dibujos organizada hace ya unos años en Buenos Aires por artistas amigos, tampoco expone sus obras más que en su propia casa, abierta al público desde hace 33 años, cada día. Tampoco vende sus esculturas ni sus cuadros; apenas, algunos de sus dibujos. Donó gran parte de su obra a la Municipalidad de San Pedro, que en 1992 declaró el lugar en el que nació y vive Casa Museo, una de las primeras en el mundo oficialmente otorgadas a un artista vivo. Desde su apertura la Casa Museo fue tres veces declarada de Interés Cultural por el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y visitada, silenciosa y sostenidamente, en forma gratuita, por más de 300 mil personas de Argentina y el extranjero.
«Si Fernando García Curten hubiera nacido en Londres o en París –sostuvo Abelardo Castillo, uno de los grandes escritores de la Argentina–, si aunque más no fuese viviera en Buenos Aires, alguien habría visto ya en su obra lo que Sartre en la de Giacometti: una personalísima visión metafísica del mundo». Sin embargo, este dibujante, grabador y escultor –este «genial artista», según las palabras de Ernesto Sábato– vive y trabaja lejos del mundanal ruido, a orillas del río Paraná, en el cruce de las calles Mitre y Pavón de San Pedro. Allí se levanta la ya histórica Casa Museo que lleva el nombre del artista y en la que él mismo nació en 1939. Su vida, no obstante, tal vez comienza de forma determinante 26 años más tarde, en Los Angeles, Estados Unidos, al conocer y palpar de cerca la inminencia del terror nuclear y sus posibles consecuencias, que marcarían a fuego su producción futura.
Por aquellos años, entre 1965 y 1967, en los más sordos tiempos de la Guerra Fría, García Curten limpiaba refugios antiatómicos por las noches junto a su infatigable esposa, la excelente poeta y maestra de danza Susana Tosso, con el temor de ser enviado al frente vietnamita: su condición de residente extranjero le exigía inscribirse en el ARMY y, llegado el caso, aceptar ser enviado al frente. Mientras tanto, casi sin poder evitarlo, se buscaba en sus primeros cuadros, definía un rumbo, una ética y, sólo entonces, a partir de ésta, quizá también una estética. Acaso sin saberlo, comenzaba a definir una visión del mundo a contramano del mundo a la que no estaba dispuesto a renunciar”.